Con el alma apenada por lo duro del empeño, pero el espíritu abrumado por lo ilusionante de la empresa, hoy quiero dejar estas líneas con aroma de despedida, pero con intenso sabor de un hasta luego.
Dejo mucho, más de lo que puedo expresar. Dejo una herida abierta que pronto empezará a cicatrizar, sin resignación, pero con la paciencia de que la vida, ese espacio de tiempo universal, ponga todo en su lugar. Dejo aquí los pulmones que me permiten respirar y el corazón que me hace andar, el calor de la familia y la bendición divina encarnada en amistades. Pero me llevo la esencia en frasco pequeño, una alforja llena de buenas cosas.
E ilusión. Me llevo mucha ilusión. Y un pack de botellines de la cruz del campo.