A veces, estar convencido de saber lo que haces no es suficiente. Ni siquiera tener la convicción de que actúas como debes. Y eso que ahora, además de saber lo que no quieres, también sabes lo que quieres. La constancia siempre fue la base del éxito, y esto no tiene por qué cambiar. Pero la constancia significa tiempo, y tiempo significa paciencia. Todo es asumible si el premio es el éxito.
A veces nos proponemos metas que nos pueden resultar inalcanzables. Meditamos las opciones, nos analizamos interiormente y decidimos si apostamos por nosotros mismos. Pero hemos de ser cautos. A lo largo del camino, surgirá más de un problema que nos pondrá a prueba. Nos hará preguntarnos si no fuimos ingenuos al aspirar a tan alta cota. Pensaremos que no podemos más y nos hará doblar la rodilla, agachando la cabeza y barajando el abandono. Y es ahí donde hemos de fajarnos, levantarnos y seguir. Recordar nuestro objetivo.
Yo me niego a considerarla inalcanzable. Aposté por mí mismo, soy cauto y no fui ingenuo. Estoy en la fase de fajarme, pero no olvido el objetivo.
Nada retrasará mi meta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario