martes, 9 de abril de 2013

Feliz futuro.

En este momento del día, en plena vorágine de duchas y cenas, cuando ya se atisba el momento de relax en un todavía no muy cercano horizonte, quiero compartir con vosotros un recuerdo que me ha acompañado buena parte de la tarde. 

Hace ya unos años, una soporífera tarde de verano de las que gastamos en nuestra querida capital, conocí a un espalda mojada. No viene al caso cómo fue, ni el motivo de tan enriquecedora visita a la “capi”. Inculcándoles esta tarde a mis hijas la necesidad de fraguarse un buen futuro e ir adquiriendo ya buenas bases de formación académica, recordé la figura de este hombre, que en un perfecto español, me contaba que ya eran 7 u 8 los años que llevaba en España. Por fin había podido acceder a la universidad y estaba ya en su segundo año. Comenzó vendiendo pañuelos y repartiendo periódicos, y cuando hablé con él era el chico que repartía los recados en un supermercado relativamente céntrico.

La parte emotiva del relato hacía referencia a lo que había tenido que dejar en su país. Aunque llevaba tiempo queriendo venir a España para fraguarse su futuro, su familia le retenía porque tenía que ayudar a llevar su casa adelante. Él finalmente decidió embarcarse en su propia aventura, y vaya que si al tío le estaba yendo bien. Y lo aún más importante. La FELICIDAD con la que hablaba y se expresaba. Daría lo que fuera por saber qué será hoy de él.

Este recuerdo me hace reflexionar. No debemos reparar ni escatimar esfuerzos para conseguir nuestras metas. Debemos soltar el lastre que no nos permite avanzar. No debemos permitir que nada nos prive de fraguarnos nuestro futuro, y lo más importante, nada debe negarnos la FELICIDAD.
Felicidad para todos y muy buenas noches.

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