Después de horas
dentro, cruzo las puertas automáticas y me paro frente a la avenida. A mis espaldas queda otro día desgarrador, una lucha constante contra el tiempo, las
adversidades imprevistas y en ocasiones, contra la ineptitud.
También el día
está gris. Las gotas caídas levantan ese inconfundible olor a tierra mojada que
me encanta, y que en la barrera del fin del verano sabe más a tierra, si cabe. Me
incorporo a la corriente de gente que discurre por la acera y me arrastro absorto
hasta casa. Hoy anulé todo lo previsto. Ya cumplí con lo que debía hacer, pero
no tengo fuerzas para lo que quería hacer. Mi cuerpo necesita un descanso. Bajo
el toldo del amplio ventanal de mi salón, no sin antes mirar de reojo al mar. El
ferry procedente de Argelia se acerca al puerto. El astro rey también va
finalizando su jornada y se va retirando, lentamente, sin prisa. Corro la
cortina.
Me vuelvo al
interior y busco el sofá. Ya sé lo que haré el resto de lo que me queda de día.
Me cambio, preparo un gin-tonic y enciendo algunas velas. Me siento frente al portátil
e invito a “mi amigo escocés” a compartir conmigo lo que queda de día.
A partir de aquí,
decúbito supino. And
close my eyes and start to fly.
Todo esto y mucho
más pasa por mi cabeza escuchando Pure Love, esta canción del último álbum de
Rod Stewart (Time), del que os hablaré en mi primera entrada musical del blog.
No te recomiendo que la escuches, te lo ruego. O las dos cosas.
No te recomiendo que la escuches, te lo ruego. O las dos cosas.
Magnifico articulo y en este caso, no menos magnifica canción.
ResponderEliminarGracias Juanito, esos son los ojos con los que tú siempre me lees. Un fuerte abrazo.
EliminarAmigo Josemi , me parece increible la idea que has puesto en marcha. No esperaba menos de ti. Sigue asi , un abrazo de tu amigo Emilio.
ResponderEliminarY lo de quedar ...sin comentarios...somos unas mamonas.
Muchas gracias Emilio por tus palabras de ánimo. Otro abrazo fuerte para ti.
Eliminar