lunes, 24 de octubre de 2011

No juzgues.

Mari Puri como cada tarde cuando termina el corte, se dirige al Bar Manolo. Pero hoy no puede recrearse en su café vespertino, porque tiene que coger el tren. Ha decidido que irá a visitar a su amiga Chari de Valencina. Esto del tren es un bastinazo. Mari Puri llegó a odiar esos Damas eternos, que te permiten avanzar 3 capítulos de Los Pilares de la Tierra desde la parada de la Venta Pazo a Espartinas. Y luego los trasbordos, ¡¡¡Santo Cristo de San Pedro!!!.

Religiosamente paga su café y se despide de Bea. Mira su reloj y comprueba que tiene tiempo suficiente para echar el euromillón. Remonta la Calle Real y en un pis pás está en la estación. Como le quedan 20 minutos hasta que llegue el tren, decide comprar un paquete de galletas y se sienta a esperar. Observa, que en el asiento de más allá de las galletas hay un hombre que se entrega a la lectura del Marca. “Grande Javi Varas en un Camp Nou de Juzgado de Guardia”, “El Betis aletargado”.
Coge una galleta y abre su libro. Por el rabillo del ojo observa que el vecino alarga su brazo y coge una galleta. ¡¡Pero bueno, que se ha creído!!. Mari Puri está indignada. No quiere ser grosera, por lo que hace caso omiso y sigue leyendo. 

Ella vuelve a coger una galleta y posteriormente, sin inmutarse, el vecino indiscreto repite. ¡¡¡Esto es demasiado, vaya descarado!!!. Le entran unas ganas terribles de tirarse al cuello, mientras puede observar que al fondo llega el tren. Todavía le da tiempo al descarado vecino de tomar una nueva galleta. Se dirige al andén y dejando las galletas en el asiento le grita al caballero: “Usted es un descarado y un sinvergüenza”, y sin darle tiempo a reaccionar, se introduce en el tren y se sienta. 

Inmediatamente sale el tren y le dedica una mirada de desprecio fulminante. Una vez lo ha perdido de vista, se dispone a introducir su libro en el bolso y casi se muere. Se da cuenta que dentro del bolso está su paquete de galletas intacto. Lo había introducido en el bolso tras comprarlo y había tomado las galletas del vecino. No había reparado porque los paquetes eran exactamente idénticos, y había tomado las galletas del señor de al lado, sin que este hubiera puesto reparo en ello. Además, le había insultado y despreciado, y no le dio opción a la explicación. Además, era demasiado tarde para justificarse. Mari Puri no pudo por más que sentir vergüenza de sí misma, y sentir un profundo pesar por haber juzgado mal antes de tiempo.

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