Me enfundé en mi gabardina y me lié la bufanda al cuello. Bajé la calle real, desierta, sin vida, y abstraído por mis pensamientos desemboqué en la plaza. La gente deambulaba sin norte, sin especial interés ni siquiera en el saludo. Nadie conversaba con nadie.
Me acerqué al Rincón anhelando la excitación de un café que despertara mis sentidos, mi último café, pero el cierre remataba en el escalón, e intuí que Fernando había decidido ocupar su último día en otros menesteres, lejos de servir a nadie. – Lógico – me dije.
Descartando ese café decidí esperar la llegada del fin del mundo paseando por el porche de Santa María, asomarme por última vez a la rejilla de esa puerta que oculta el lienzo de Las Ánimas, que tanto misticismo me transmitía en mi niñez. Zigzaguear entre los naranjos, rememorar aquella esquina y aquel azulejo de La Milagrosa y aquel kiosco, retraído en mi memoria adosado a la parroquia. Asomarme por última vez ante mis titulares, solicitar una Piedad que se me antojaba inútil y flagelarme ante la verdad de la cruz.
De nuevo en el porche y en la densidad de la niebla, adiviné la figura de alguien menudo y cabizbajo, con andares pausados y sosegados. Era el amigo “Tableta”. Bajo el brazo derecho llevaba un manojo de tagarninas y en la mano un cigarro encendido. Con la izquierda portaba una bolsa de dimensiones considerables y no pude evitar el sonreír.
- Amigo Tableta, ¿Dónde caminas….?
- Poooo..ahí voy, a llevarle a Pepe este manojo tagarninas y esta bolsa de aceitunas para que las aliñe. Ya le he llevado una rama de laurel esta mañana y un manojo espárragos, pero como tengo el vespino averiado y no puedo con todo…..(traducido a verbo entendible).
- Pero Tableta, si no habrá mañana.
- ¿Cómo…?
- Que se acaba el mundo hijo, lo de los Mayas….¿no me digas que no…..?
- Anda..anda..anda…eso como va a ser…..si mañana es la lotería….…y me ha dicho Pepe que le lleve el lunes espinacas…..anda hombre…..anda.
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