miércoles, 17 de agosto de 2011

Saber hablar y saber callar.

Saber hablar y saber callar; no sabemos que será más fácil o más difícil, más
conveniente o más meritorio.
Callar de sí mismo, es humildad; no hablar de sí, cuando uno siente el deseo de
exponer los propios méritos o las propias ideas o iniciativas, es signo de verdadera
humildad.
Callar los defectos ajenos, es caridad; no criticar a los demás sus actitudes, sus
intenciones, sus actos; no emitir juicios comparativos; no hablar tanto de los otros,
siempre con un dejo de crítica o pesimismo, eso es caridad.
Callar a tiempo es prudencia; no hablar cuando nos sentimos con el impulso de
la reacción, cuando nos viene e la punta de la lengua toda una serie de palabras,
reproches o injurias, eso es prudencia.
Callar en el dolor, eso es heroísmo; no tratar de volcar en los corazones de los
demás las penas propias, los dolores íntimos; hacerles partícipes no tanto de los
dolores, y sí de las alegrías, reservándonos para nosotros las penas, eso es
heroísmo.

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